ILUSTRACIÓN POR: BRENDA MOTA
Queridas tías Marieta y Romina:
He decidido extender una carta ante las interrogantes que siempre me hacen respecto a mi futura vida familiar, especialmente en la parte que confiere a tener hijos.
Por supuesto que te admiro a ti, tía Romina por haber dado a
luz a 10 chamacos sanos. De igual forma, reconozco el mérito de las mujeres abnegadas, que como tú, renunciaron a
una vida propia por dedicarse al hogar y al marido.
A ti tía Marieta, debo reconocerte la valentía al ser madre
soltera… de tres chamacos… de diferente padre; porque a pesar de la difícil
situación, les diste techo, comida y carrera a mis tres primos.
Desafortunadamente, temo que soy muy diferente a ustedes.
Para mi propia vida he elegido un camino un tanto alterno, pues cursé estudios
que me apasionan y quiero desarrollarlos antes de “echarme la soga al cuello”
con hijos propios. Desde luego que quiero descendencia, pero lo he hablado
cuidadosamente con mi pareja y hemos decidido los tiempos y el “cuándo” será el
momento adecuado para concebir. Comparto la lista de esos “cuándos” con
ustedes:
1.- Cuando tenga ahorros suficientes. No quiero que nada le
falte a mi bebé y quiero incluso consentirlo como se merece, sin excesos y
cuando las circunstancias lo ameriten, sin malcriarlo, pero darle los recursos
necesarios.
2.- Cuando haya alcanzado mis metas profesionales. En un
futuro quiero criar “un águila”, no “una gallina” y eso sólo lo lograré con mi
ejemplo. Quiero que mi hijo sea fuerte y capaz de llegar tan lejos como lo
desee y quiero poder decirle “si yo pude, tú también”.
3.- Cuando haya viajado lo suficiente. Tal vez parezca
egoísta, pero deseo ver y apreciar lo que hay más allá de mis narices. Creo que
la ambición de conocer diferentes lugares y culturas es meramente humana, pero
es algo que debe hacerse siendo independiente y sin ataduras. Al pasar esta
etapa se logrará más estabilidad en mi mente y jamás se dirá que “me quedé con
las ganas.” No importa lo mucho que se esfuercen, viajar con hijos simplemente
ya no es igual.
4.- Cuando esté lista para cambiar mis niveles de paciencia.
Todavía estoy en una etapa en la que me molesta que un niño llore en el cine,
en el teatro o en un avión. También me molesta cuando un niño me estornuda en
la cara dentro del transporte público o en la fila de la comida rápida. Esta
vertiente tiene dos caras: la primera es que necesito reforzar mi paciencia
para ser más tolerante ante las situaciones ya mencionadas y la segunda es que
espero ser lo suficientemente sabia para educar tan bien a mis hijos que sepan
comportarse sin dejar de ser niños; ser
niño no es sinónimo de ser berrinchudo. Espero también que mi amor de madre
nunca me ciegue lo suficiente como para llevar a mi hijo de tres meses a una
sala de cine.
5.- Cuando el niño que nazca sea mi prioridad no forzada. En
el momento en que sea capaz de educar a mi hijo sin abandonar mi trabajo, estudios
o demás oportunidades. Su educación y mi tiempo estarán equilibrados, no
descuidaré su crecimiento, como tampoco los medios que me permitan darle
siempre lo mejor.
6.- Cuando mi hijo tenga suficientes argumentos para
sentirse orgulloso de mí. Es mi deseo que mi hijo me admire por otras
cualidades diferentes al hecho de ser su madre. Debe saber y apreciar lo mucho
que trabajé por él y todo lo que preparé antes de su llegada.
7.- Pero sobre todo, cuando tener un hijo no signifique
abandonar mis sueños. Cuando haya cumplido con la mayoría de mis sueños, estaré
lista para ayudar a cumplir los sueños de un nuevo ser.
No estoy segura de cuando logre completar los siete “cuándos”
pero considero que seré buena madre hasta haberlos cumplido. Es mi deseo llegar
a tener descendencia, por eso me esforzaré en completar la lista; no es cuestión
de edad o de capricho.
Me gustaría aclarar que no tengo nada contra ustedes,
quienes prefieren una vida hogareña, ni tampoco contra las madres que movidas
por las circunstancias, se vieron obligadas a criar un hijo antes de tiempo.
Simplemente, mi educación amerita que deje a un lado la presión social y el
mentado “reloj biológico” por un rato.
Creo que es más sabio no tener hijos sino se está preparado para
ello. Tal vez si existiera más consciencia respecto a lo anterior, la educación
para los niños mejoraría y, por consiguiente, la sociedad estaría un paso
adelante.
Queridas tías, espero con esta carta haber respondido las
dudas que siempre tienen en la cena de navidad y en cada uno de mis cumpleaños.
Las quiere, su sobrina Carol.
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