sábado, 19 de marzo de 2016

Sin ánimos de Ofender - Burocracia de América Latina

Introducción a Sin Ánimos de Ofender

"Sin ánimos de ofender" es una columna de mi autoría que planeo para que usted, amable lector, lea semanalmente en algún periódico digital o de circulación nacional a mediano plazo. Por lo pronto, le dejo esta premisa para que se vaya adentrando al corte que tendrá.

Cabe resaltar que una colega muy querida propuso el tema que a continuación se presenta:





Sin ánimos de Ofender.- Burocracia de América Latina

Seguramente cualquier persona mayor de 18 años que me esté leyendo se ha enfrentado a una cara apática tras una ventanilla, a una contestadora electrónica falsamente atenta y/o a una página de internet lenta que no le permite concretar una operación básica.

Y es que uno no sufre esa clase de peripecias en balde, es obvio que tras ese mar de lágrimas e ineptitud ajena, se encuentra un trámite que debemos hacer para superarnos, obtener un beneficio por parte de terceros o simplemente cumplir con la ley.

Desde luego que el mundo sería un caos de no ser por esta serie de pasos que debemos seguir, el control en este tipo de procesos es un mal necesario y se entiende, pero ¿por qué la burocracia agarró tan mala fama en países latinoamericanos? ¿Cuándo empezamos a hacer chistes con las filas que hacemos en cada trámite? ¿Cuándo empezamos a comparar a las secretarias que nos atienden con orcos desalmados?

Para responder a esas preguntas y hablar de burocracia, podría escribir un libro completo, podría incluso citar las teorías de Max Weber y redundar en todas sus variantes; pero si me diera a esa tarea se perdería el contexto editorial y el sentido irónico que caracterizará a esta publicación.

Esta vez, es mejor si hablamos de burocracia bajo la perspectiva popular y verdadera que nos brinda la cotidianeidad. Está demostrado que los latinoamericanos tenemos en general una forma de ver la vida mucho más relajada y alegre; en general esto agrada a los extranjeros que consideramos de "primer mundo", lo que no les agrada -ni a nosotros- son las caras que encuentran tras los trámites a realizar en pisos latinos.

A la larga, estos extranjeros llegan a acostumbrarse, pues se apegan a aquel dicho que dice “a donde fueres, haz lo que vieres.” Pero ¿qué pasa con este silogismo y los mexicanos en el extranjero? ¿Cómo lidian con sus compatriotas burócratas?

Para ese testimonio, contacté a Ale; ella es una futura escritora de la que seguro escucharemos como un orgullo nacional en el futuro y quien por ahora, se encuentra mejorando sus habilidades en la ciudad de Los Ángeles, California.

Según cuenta a su servidora, Ale se malacostumbró al sistema aburrido pero eficiente de los gringos, no es que este sistema estuviera exento de malas caras por parte de los servidores públicos, pero en general cuando trata con ellos le es más fácil concretar sus diligencias.

No revelaré los nombres de las instituciones a las que Ale se ha enfrentado, basta con que se diga que son organismos de representación latina en Los Ángeles. El panorama que esta joven escritora describe suena familiar para aquellos que hemos lidiado con tediosas gestiones en nuestro país de origen:

“Cuando te acercas a pedir ayuda, son linces en contestar, golondrinas en sus modos y carros ahorradores de gasolina en su eficiencia".

Así se siente mi colega al pedir ayuda a compatriotas oficiales, quienes se supone deberían brindarle algo de calidez y añoranza por su país y tristemente sólo le recuerdan las deficiencias del mismo.

La descripción que hace de las oficinas también me recordó a las que hay en tierras mexicanas:

“La sala de espera está ubicada en un estacionamiento con un toldo blanco encima. Cuando hay lluvia, el piso y las sillas están mojados. Si tu trámite es en el interior, te inundan con información tediosa y confusa; al grado de que llegas a perder la concentración del trámite que fuiste a hacer desde un inicio. Cabe resaltar la condición de los sanitarios: descompuestos, insuficientes y sucios.

Mucha gente es amable, pero otra es prepotente y aplica la de "si no te gusta, vete…"

Como ven, a pesar de todo hay sus honrosas excepciones. Para mejorar esta situación, y para dejar de darle motivos al orate de “Don Trump” para que nos siga echando tierra como raza en general, sólo hay una alternativa: la magia de la empatía.

El ponerse en el lugar de alguien más nos permitirá actuar con ética. Todos somos parte del sistema y es más probable que al resaltar una actitud amable, recibamos el mismo trato. Claro que, hay casos perdidos; inevitablemente hay entes tras ventanillas y funcionarios a los que no les calienta ni el sol y a pesar de que tengan un arcoíris y expulsen bombones por los poros, no serán felices.

Resolver la problemática de la burocracia de “tercer mundo” por completo, involucraría irse hasta los principios más fundamentales de las ciencias administrativas, ya sabe, para mantener a los servidores públicos amables y motivados.

Suena como una tarea casi imposible, quizás hasta utópica, así que mientras se llega a tal punto, nos corresponde desarrollar empatía en cada uno de nosotros… y a los más ocurrentes seguir inventando chistes al respecto para sobrellevar los corajes.

Es un hecho, nos falta disciplina en “procedimientos de oficina”, así que debemos mantener nuestra buena fama en torno a la “amabilidad” de la que hablan los extranjeros –con la excepción de personas como el estadounidense republicano copetón del que escuchamos a diario-.

Para concluir, aclaro a las mentes con complejo revolucionario que puedan leerme, que ni Ale ni yo nos estamos quejando de ser mexicanas; ambas nos sentimos orgullosas de nuestras raíces y si nos manifestamos a través de las letras ante el problema de la burocracia latina es precisamente con un aire de crítica constructiva y con disponibilidad abierta para poner nuestro granito de arena como partes indirectas.

Después de todo, esta publicación es… Sin ánimos de ofender.