lunes, 11 de diciembre de 2017

A un mes de Japón: apreciación

 Imagen de dramatización: Adrián y yo en Kioto

Antes de empezar, me gustaría aclararle amable lector, que en este artículo no pretendo darle tips de supervivencia para su viaje a Japón, es más bien una reflexión muy personal de mi parte, como una plática que tendría con usted si me lo encontrara en un avión, en una banca del parque o en una parada de autobús, muy a lo Forrest Gump (suponiendo que me diera “buena espina” y de verdad considerara ponerme  platicar con usted.)

Y bien, hace exactamente un mes, Adrián y yo salíamos rumbo al aeropuerto, con todos los nervios, risas y emociones previas a un viaje.

¿Qué puedo decirle? Si acabamos de estar en nuestra tierra de ensueño, hablábamos de ella desde que éramos amigos, y no tardamos en prometernos conocerla un día de “pe a pá”, así que cuando las cosas empezaron a formalizarse entre nosotros, nos propusimos que sería nuestro destino cumbre, un destino ideal para nuestra luna de miel: fuimos a Japón. Un país que siempre será parte de nosotros como pareja. Y es que para ambos, leer es un placer, viajar es un placer; y combinar esos hobbies es un éxtasis para la psique. Estar en Japón es como caminar por un tomo de capítulos interminables, tan diversos como complementarios entre sí; y tan distintos a cualquier cosa que haya “leído” en la vida. 

Así como India tiene su “triángulo dorado”, compuesto  por tres principales ciudades que no debe dejar pasar en tu visita: Nueva Delhi, Jaipur y Agra; Japón tiene su “triángulo” compuesto por Tokio, Kioto y Osaka (aunque técnicamente no es un triángulo, se asemeja más a una constelación en el mapa.) Pudimos ver muchos lugares en estas tres ciudades, diferentes zonas, prefecturas; pero tuve mis favoritas:


Tokio 





















Aquí está todo lo que ha percibido sobre la cultura japonesa a lo largo de su vida (si no ha vivido en una cueva, claro): la calidez religiosa de Kamakura, aunado al específico carmesí de las hojas en otoño, los pequeños colegiales con uniforme y gorrito amarillo de excursión, buscando turistas para practicar su inglés. Caminar por Kamakura es un deleite para quienes amamos el silencio, a lo mucho se escuchan pequeñas campanas de oración de los templos budistas.

En contraste a la pacífica Kamakura, en Tokio encontramos también la lujosa zona de Ginza, muy asemejada a la 5ta Avenida en Nueva York, casi con las mismas tiendas: Dior, Tiffany & Co, Dolce & Gabanna, Chanel, Michael Kors, etc. Eso sí: con un toque muy tradicional, justo atrás de la calle donde está la exclusiva tienda Dior, puede encontrar los bares de Ramen más tradicionales a excelentes precios.



Kioto



Con un toque más tradicional y devoto, la belleza de Kioto resume de forma solemne lo que hace famoso a Japón a nivel mundial en cuestiones budistas y sintoístas. Una comunidad tranquila, que puede ser percibida desde que se pone un pie fuera del Shinkansen (tren bala). Casi inmediatamente al llegar a la estación Inari, se observa la entrada al templo que le da su nombre: el Fushimi Inari-Taisha, principal santuario sintoísta dedicado al espíritu de Inari, deidad de los negocios. Recorrerlo da sensación de paz, aunque no logre pasar por todos y cada uno de los Toriis (32,000 según fuentes no del todo oficiales, disculpe, olvidé contarlos por mi propio paso.)


Osaka




















Aquí todo vuelve a tomar un toque moderno gracias a la Avenida Dotonbori, en el Distrito de Namba: repleta de restaurantes, centros comerciales y souvenirs. La modernidad podría compararse fácilmente con Akihabara en Tokio, sólo que va más allá de animes y videojuegos (no me malinterprete, amé Akihabara y toda la mercancía que tiene para ofrecer, siempre para complacer a su niño interior.)



 -Por cierto, le dejo una canción que sonó repetidas veces en mi mente mientras paseaba por Akihabara, no soy la mayor fan de Mega Man, pero sí que me aferro a él de manera nostálgica. La tecnología, videojuegos y caricaturas en los alrededores de Akihabara, me remontaron de forma inevitable a este tema (y en versión extendida por si gusta imaginarme caminando a ese ritmo mientras lee el artículo):


Siguiendo con Osaka, antes de pasar a la estación Nara (si planea regresar a Tokio el mismo día), le recomendaría ver y/o subirse a la tradicional Noria; además de pasar por el Acuario, donde también disfrutará de la vista de la bahía. 

La percepción varía de persona a persona, también si usted vive, estudia, visita o sólo pasa por Japón; lo que es un hecho es que  la nación del sol naciente siempre figura como ejemplo ante las demás y no es de extrañar porqué: Fuimos en tiempo de lluvia y por supuesto, es mal visto entrar con el paraguas escurriendo a cualquier establecimiento, así que puede dejarlo afuera con el resto; teniendo la seguridad de que cuando salga seguirá ahí, en la misma posición. El ejemplo del paraguas es simplón, pero ocurre lo mismo con la bicicleta que renta para recorrer la ciudad, sin candado y sin vigilancia. En fin, el respeto es la base de esa sociedad.


Podría redundar en los hechos de los que fui testigo y que son ampliamente conocidos por quienes tengan un poco de interés en protocolos sobre viajes o en específico sobre este país en Oriente: nunca dar propina, no tocar las manos de los cajeros/tenderos al pagarles (para eso es la charola que todos tienen en frente), no hay muchos basureros en las calles (tampoco basura, ni siquiera colillas de cigarro), etc.  Pero ¿sabe? Lo mejor de los viajes es vivirlos por uno mismo, y visitar Japón siempre será una buena idea para la Luna de Miel, para un viaje de graduación, de cumpleaños, de reflexión… Es un destino imperdible.

Después de regresar a casa con impresiones nuevas y aventuras por contar, reflexionamos sólo una cosa respecto a Japón: volveremos si nuestros años de vida lo permiten, porque la promesa de conocerlo de "Pé a Pá" apenas empezó a cumplirse.


domingo, 1 de octubre de 2017

Sin ánimos de ofender.- Mi percepción sobre 19S: lo bueno, lo malo y lo feo


A las 13:10 horas del pasado 19 de septiembre del presente año, me levanté por el segundo café del día, fue muy rápido, pronto volví a lo mío. La concentración hacia los textos publicitarios en los que estaba trabajando regresó, estaba tan absorta que cuando noté que mi computadora se movió con todo y teclado, la primera reacción que tuve fue sólo regresarla al ángulo donde estaba, fue como un “hey ¿a dónde vas?”… pero, algo iba mal…

De pronto una voz masculina gritó con terror “¡Vámonos, está temblando!” Reaccioné y tomé mi bolso con apenas lo “indispensable”: llaves, cartera y celular, dejando la computadora y los textos pendientes en el limbo. Recuerdo que vi una pareja que se quedó bajo el marco de una puerta mientras bajaba, les grité también “¡vámonos!” , acto seguido, el muchacho me siguió y jaló a la chica con él, quien empezó a llorar. Ya para salir del edificio, vi varias señoras mayores que lloraban, gritaban asustadas y preguntaban por sus hijos, mascotas o demás allegados. Fue una sacudida salvaje de 40 segundos pero pareció una eternidad.

En esos momentos, yo no sabía que tan grave había sido el sismo, recuerdo que varios colegas se reportaron: “Lo siento, no podré entregarte los diseños, no tengo luz y mi señal es muy débil,” decían. Si… yo estaba igual…

Así viví el sismo del 19S en la CDMX y quedé lo suficientemente lista para reaccionar más rápido con el que hubo después, el sábado 23 del mismo mes. Fueron momentos difíciles, pero ahora es peor, la euforia por ayudar va pasando, las teorías ridículas abundan, nuestros representantes están aún más indiferentes  y la insensibilidad va resurgiendo.

 De este desastre natural se pueden identificar varias cosas interesantes, que a su vez pueden dividirse en tres usuales categorías, muy recurrentes en todo ramo desde que tenemos memoria: lo bueno, lo malo, lo feo. Podría escribir una letanía, pero procuraré ser breve por usted, amable lector.

Ya que la mayoría prefiere las malas noticias primero, empezaré por ahí. He visto de todo en estos días, lo suficiente para perder en segundos la fe en la humanidad. Por un lado están los ciudadanos gandallas, quienes se aprovecharon del sismo para seguir siendo calaña de la sociedad. Estuvieron aquellos que asaltaron en los cruces entorpecidos por el caos, los que revendían despensas o el tipejo que encontró la tarjeta de débito de una víctima del sismo y en lugar de reportarla, despilfarró lo que contenía en Zara y Best Buy.

Además de estas lacras usuales y potenciadas por el desastre, se notó la falta de empatía por parte de funcionarios públicos, ni siquiera en estas situaciones pudimos librarnos de su ansia por un “hueso”, ello llegó a ocupar  titulares internacionales como Al Jazeera, Huffington Post Los Angeles Times, el mensaje fue claro: los mexicanos no cuentan con sus políticos para salvarse.

Los partidos políticos primero se negaban a donar (más bien regresar) parte del presupuesto para su administración o campañas para reparar las afectaciones en las ciudades afectadas, luego pasaron a pelearse por quien daba más o a quien se le ocurrió primero. Lamentable e inoportuno, pero eso no fue lo peor: el mandatario mayor anunció en un “emotivo” mensaje que si se ayudaría a los mexicanos afectados…. Con créditos y “solventes” opciones para recuperar su casa, algún día. Inquietante, pero esta actitud se vio hasta en escalones más abajo, cuando la directora del Colegio Rébsamen, uno de los más afectados en la Ciudad de México, exige el pago de colegiaturas en estas circunstancias.

Al final la corrupción parece empoderarse y a pesar de las construcciones dañadas, malos manejos de papelería inmobiliaria y miles de vidas inocentes perdidas o en riesgo, faltan cabezas responsables para altercados que pudieron evitarse, y faltan manos que estén dispuestas a trabajar de principio a fin para reparar los perjuicios.

Luego de lo malo, lo feo: ignorancia desmedida, reclamos sin criterio y muchísimos “muros con tranchetes.” Por ejemplo, al momento de preguntarme como estaba, una persona universitaria -no muy importante en mi vida, por cierto- me dijo: “Aaay que gacho que tembló, ha de ser por la contaminación, la tierra nos está cobrando lo que le estamos haciendo.” Aunque agradecí su preocupación, para mi interior lamenté su terrible obscurantismo  y quise regresarla a la primaria, pero eso no fue lo peor que vi/escuché en estos días.

Varios pseudo-intelectualoides compartieron Fake News, con chairadas implícitas, aún sin vivir en zonas afectadas, sin ayudar físicamente y hasta sin leer las noticias de fuentes mínimamente calificadas como confiables. De forma personal, lo peor que leí en estos días no fue sobre la prematura y apócrifa  partida de auxiliares japoneses ni sobre los perritos rescatistas falsamente “explotados” ni siquiera la estupidez de un “super-megaterremoto” inminente; lo peor que leí fueron falsas alarmas sobre personas muertas, heridas o extraviadas; que sólo lograron entorpecer y desperdiciar recursos de ayuda.

La discriminación también se hizo presente, no sólo al segmentar ayuda cuando algunas dependencias, tanto públicas como privadas, tomaron las riendas, dejando de lado a las comunidades más vulnerables o pequeñas; es sabido que aunado a ello, algunas familias otomíes en La Condesa han denunciado agresiones raciales por el sólo hecho de permanecer en la zona, a pesar de no tener a donde ir.  

Hubo  además muchos reclamos para voluntarios civiles, como el porqué no estaban en su trabajo cotidiano, para mí la respuesta es clara: estaban ayudando, y si, hay que seguir con las actividades económicas que sostienen al país y a su libre mercado, pero la prioridad para cualquier ser humano pensante con un poquito de corazón es ayudar ¿o no? Pues no… muchos patrones y magnates se molestaron con sus empleados por ayudar, o bien por no presentarse a trabajar en edificios a punto de colapsar.

Pero no todo está perdido, ni hundido en la miseria humana. Posterior a lo feo,  viene lo mejor de la situación, lo bueno en medio de la desgracia: esperanza y solidaridad.

Así como nunca en mi vida había sentido un sismo de magnitud 7.1 tan de cerca, tampoco había sentido la calidez y la humanidad presente en la mayoría de los mexicanos. Hoy puedo decir que mi espíritu de lucha ha aumentado, y del mismo modo, la confianza que me producen los amigos, los conocidos y hasta la diplomacia internacional. La comunicación con mis allegados en la ciudad fue excelente en esos días, de la misma manera con quienes están lejos, en otro país o en otro Estado. Me di cuenta de que en general, me he rodeado de personas buenas, conscientes y comprometidas con el país. Quisiera que esto permaneciera así de tangible sin necesidad de que otro desastre nos impactara. Quisiera ver el respaldo que vi en estos días, presente en cada persona que conozca de hoy en adelante.

Por su parte, las figuras públicas fueron vistas ayudando o donando; y a pesar de los “dimes y diretes,” a mí para ser franca me importa muy poco si lo hacen por ganar más fama o simpatía, lo importante es que se dieron a la tarea de apoyar y usar su presencia en medios de gran alcance para inspirar a más personas.

Para finalizar, quisiera enfatizar una percepción que destacó por primera vez: la importancia que las mascotas deben tener en todas las familias: perritos, gatos, un perico y una tortuga; vidas valiosas que pasaron por este desastre y a su vez, de forma afortunada, fueron objetivos por parte de los rescatistas

Quedan muchas interrogantes luego de esta reflexión ¿no? En lo personal, puedo responder algunas: ¿Tienes el gobierno que mereces? si exiges más de lo que das, no estás lejos de que te quede como anillo al dedo  ¿Tenemos los medios que merecemos? Unos si, otros son inocentes; si compartes noticias falsas para hacerte el o la sabionda, para generar discusiones sin sentido,  para fomentar más ignorancia o para promover a tu “gallo” del 2018, no eres mejor que Televisa y su confusa historia sobre la niña “Frida Sofía.”

¿Entonces debemos enfocarnos en lo malo y lo feo? No. Aunque tampoco se deben dejar de lado las cuestiones “pesimistas,” sin duda fuimos testigos de lo que la mayoría de los mexicanos merecemos y estamos dispuestos a corresponder: solidaridad, bondad y manos amigas en circunstancias difíciles. Somos más los buenos, que no quede duda.

sábado, 10 de junio de 2017

Crítica "Get Out"-Un terror innovador


Ficha técnica:
Título: Get Out
Año: 2017
Director y guionista: Jordan Peele
Presupuesto: 4.5 millones de dólares
País de Origen: Estados Unidos
Estreno en México: 19 de mayo de 2017
















Chris (Daniel Kaluuya) y Rose (Allison Williams) son una pareja que atraviesa por el encanto típico de los primeros meses en una relación amorosa: todo es lindo, novedoso, dulce y emocionante. Ante ello, Rose ha decidido que la relación debe avanzar, por lo que convence a  Chris para pasar todo un fin de semana con sus padres.

La tensión y nerviosismo de conocer a los suegros va más allá de lo normal para Chris, pues teme que los rechacen por ser negro. Y mientras Rose insiste en que no hay nada para preocuparse, la familia de la chica recibe al chico de una manera por demás complaciente… Quizás demasiado.

Los padres y el hermano de Rose, atosigan  a Chris con cumplidos incómodos todo el tiempo de tipo: como eres negro seguro eres un atleta genial, tu composición genética te permite tener buen aguante en las peleas ¿no?, etc.  La situación es todavía más incómoda para nuestro protagonista cuando nota que todos los trabajadores de esa casa son de raza negra, quienes además siempre tienen una extraña sonrisa en el rostro aunada a una actitud de trance permanente.


Cuando más “familiares blancos”, entre tíos y primos de Rose, llegan a lo que parece una reunión anual y ven a Chris como una pieza de museo exótica, las sutiles incomodidades por comentarios inapropiados, pronto pasan a ser problemas reales, nuestro protagonista comienza a darse cuenta de que quizás fue invitado a ese lugar por otra razón y que sus suegros, y su “nueva familia política” en general, podrían esconder una faceta maquiavélica tras esos extraños cumplidos.

Get Out nació de la pluma del humorista afroamericano Jordan Peele (MADTv, Key & Peele), desde luego es un guión que contrasta con la fama adquirida hasta ahora por este escritor; pues llega a demostrarnos que no sólo se le da bien la comedia, sino que ha iniciado con el pie derecho en la dirección de cintas de terror. Desde su estreno en el Festival de Cine de Sundance, la obra de Peele ha recaudado más de 230 millones de dólares en todo el mundo, y va por más al estrenarse ahora en Hispanoamérica (bajo el nombre de ¡Huye!).

Tras el “sorpresivo” éxito que la envuelve, hay que entender todo lo que el contexto de la película encierra tras el terror y la incertidumbre que pueda causarnos la travesía del protagonista. En primer lugar, aunque Pelee había anunciado sus planes para Get Out desde 2015, la película estrenó apenas dos meses después de que Donald Trump asumiera la presidencia de Estados Unidos. Sin ánimos de verme conspiradora, no es ningún secreto el racismo y la intolerancia que ha promovido el nuevo soberano americano.


La película muestra una forma interesante de discriminación y acoso a través de halagos que se van tornando peligrosos. Mientras Trump no ha dudado en gritar a los cuatro vientos su odio hacia las diferentes razas, en la película vemos ataques que inician como inofensivos (o como dicen popularmente “chingaqueditos”) y por alguna razón, la familia de Rose encaja perfecto en el estereotipo de la familia caucásica de los altos suburbios estadounidenses.

El racismo es un parteaguas en esta obra, presente de principio a fin e implantado de forma capaz de ponerte en el lugar de la víctima, sea cual sea tu etnia. Es por supuesto, muy diferente a las cintas cuya trama se centra en la esclavitud de principios del Siglo XX, pues traslada la problemática a tiempos actuales.

Get Out es ácida, incómoda y creativa, lo que uno siempre busca en una cinta de terror, y añade para su buen cierre algo de reflexión cruda y contemporánea. Muy recomendable.


TRÁILER:






domingo, 21 de mayo de 2017

Garabatos-Mocosus Castrosus


¡Hola lectores! Disculpen ustedes el abandono, recientemente estuve planeando y organizando mi boda. Es todo un relajo que requería de todo de mi tiempo, sin mencionar la atención  que me comprometo a dar a los clientes de la agencia de publicidad donde trabajo con respecto a contenidos escritos.

Ahora que la boda ya pasó, espero estar de vuelta por estos lares más seguido y ya no sólo con escritos, últimamente me siento muy creativa con garabatos y caricaturas, como el que les presento hoy.

En esta ocasión les presento este que se me ocurrió mientras realizaba un conocido, castrante y obligatorio trámite ciudadano. Vi muchos especímenes como estos y descubrí que tienen varias cosas en común.

El Mocosus Latosus también es visto en transporte público y suelen ser las crías de los Progeniturus Valemadr*s, que lo descuida por periodos prolongados: