lunes, 5 de diciembre de 2016

Sobre el cumpleaños de Walt Disney y lecciones de su vida


Estos tiempos decembrinos me ponen más idealista y soñadora de lo normal (si, es posible) y tomando en cuenta que las efemérides de hoy se centran en el cumpleaños de una de las personas más inspiradoras para mí, tenía que escribir sobre él: Walt Disney.

Muchas cosas pueden decirse de Disney como individuo, mientras que para algunos es una mente brillante y un ejemplo en varios ámbitos; otros prefieren concentrarse en los aspectos negativos que rodean a su figura, como en la política machista que poseían sus empresas hace algunos años -algo habitual en todas las compañías de la primera mitad del siglo XX-, sus presuntos engaños malévolos a través de personajes subliminales e incluso sus supuestos y disparatados vínculos con sectas.

En lo personal me inclino por la primera faceta, la positiva, ya que todos al menos una vez nos hemos fascinado con sus personajes e historias, o bien, con el legado que dejó y que ahora forma parte de las nuevas generaciones; así como sus grandes enseñanzas en materia de negocios, arte, marketing, liderazgo, relaciones públicas, etc. Sería hipócrita de mi parte hablar mal de este genio siendo que toda la vida ha sido fuente de inspiración para mí.

Hace poco hice un largo viaje al continente asiático, a un lugar que quizás poco tendría que ver con Disney, si no fuera porque al estar en esas tierras volví a sentir aquello que relacionamos popularmente con el regocijo “Disney” en mi mente, eso que se siente cuando un sueño por fin se cumple: al acabar una carrera, al obtener un reconocimiento, al obtener el trabajo ansiado, incluso al enamorarse.

Así pues además del natalicio de Disney y sus enseñanzas para la realización personal, este escrito a manera de conteo es en parte gracias a ese viaje planeado por mi cuenta.

Aclaro, si las enseñanzas motivacionales se dejan en palabrería e imágenes brillosas con “Piolínes” se chotean y se gastan; pero cuando uno se decide a aplicarlas, son recursos muy valiosos. A continuación las lecciones Disney más importantes desde mi punto de vista:

1.- “Si puedes soñarlo, puedes lograrlo”


Una frase dicha en forma textual por Disney, lista  para tacharse de cursi o parloteo motivacional barato, la vemos en carteles “motivacionales” de Facebook y suena al choro que te avienta cualquier hijo de vecino con complejo de Paulo Coelho; sin embargo, bien aplicada y entendida puede hacer la diferencia.

Cuando somos niños estamos llenos de sueños, esperamos vidas increíbles y  hazañas impensables para nuestro futuro; al crecer, la gente suele olvidarse de las promesas que se hizo a sí mismo siendo más jóvenes y es cuando comienzan las frustraciones.

Hubo una etapa en la vida de Walt en la que se ejemplifica esta frase a la perfección: Disney anheló llevar a la pantalla grande Alicia en el país de Las Maravillas, incluso antes que Blancanieves. Pocos lo saben, pero fue Alicia la opera prima de Walt al surgir desde principios de los años 20 en historietas cortas que planeaba y dibujaba en conjunto con su hermano Roy.


Pasaron más de 30 años para que Alicia se viera cristalizada como la película que todos conocemos ahora: pasó por problemas de presupuesto, animación e incluso estuvo suspendida durante mucho tiempo cuando Roy Disney contrajo tuberculosis.

Por fortuna ahí está, formando parte de la infancia alrededor del mundo desde 1951.Quizás si Walt hubiera cedido a la frustración en esos 30 años que conllevó la concepción final de Alicia, la entrañable niña se habría quedado atrapada en piezas de papel.

Es verdad, todos hemos tenido frustraciones alguna vez, pequeñas o grandes, lo grave es estancarse en ellas y conformarse, pues es cuando el frustrado comienza con las quejas, el auto-reproche a sus decisiones y la envidia a quienes consiguieron más.

La lección “Disney” de este punto es la convicción para estar del otro lado, ver más allá de nuestra nariz y de los problemas y claro, tener la valentía de hacer los sacrificios que cada sueño trae consigo.


2.- Muchos villanos te esperan


¿Qué sería de la vida sin gente estorbosa e indeseable? Algo realmente muy aburrido en verdad, lo decían nuestras propias abuelas o madres cuando nos quejábamos de algunos compañeritos de escuela. Nadie se libra de ellos, al avanzar inevitablemente habrá quien quiera interferir o bien, aprovecharse haciéndose pasar por aliado.

Walt Disney se enfrentó con muchos némesis a lo largo de su carrera, pero quizás el más destacado en este punto sería Charles Mintz, a quien conoció en un estudio pequeño amparado por Universal Studios.

Disney se presentó en 1928 ante ese pequeño estudio para dar a conocer a su personaje más prometedor: Oswald, The Lucky Rabbit. Fue Charles Mintz quien lo recibió, dándole a Disney la primera oportunidad para que Oswald figurara en una serie de cortos. No obstante, cuando Disney  pidió más presupuesto a Mintz, éste lo rechazó, lo despidió y le “arrebató” su personaje gracias a que el contrato especificaba el cede de derechos a la casa productora.


Oswald duró poco bajo el control de Mintz, Universal Studios lo absorbió y pronto pasó a manos de Walter Lantz y otros antiguos colaboradores de Disney. Walt nunca volvió a tener la oportunidad de animar a su entrañable conejo. Con el tiempo, Lantz dejó de lado a Oswald para concentrarse en su propia serie: Woody Woodpecker, mejor conocido en Latinoamérica como El Pájaro Loco

El desenlace de esta historia, aunque tardío llega a considerarse “feliz” cuando en 2006, Walt Disney Company compra de nueva cuenta los derechos de Oswald, así, el personaje vuelve al legado que dejó su creador.

Quizás se perciba como una anécdota melancólica, pero si Disney no se hubiera topado a Mintz, Oswald nunca habría visto la luz y más aún, si este productor no hubiese “jugado sucio”, no conoceríamos al personaje alterno que Walt imaginó después de perder a Oswald: Mickey Mouse.

Lo único que cabe recordar con este ejemplo, es que cada persona libra sus propias batallas y aunque algunas se planteen soluciones bajas o sucias, siempre habrá manera de enfrentarlos o sobreponerse. Para satisfacción extra, recuerda que no hay nada como callarle la boca a tus detractores obteniendo tus logros de manera limpia.

3.- Las cosas por cuenta propia salen mejor de lo que esperas


Por alguna razón nuestra generación creció con una tendencia extraña al trabajo en equipo, hasta para la tarea más estúpida o simple. Aunque es cierto que el trabajo en equipo bien aplicado a niveles institucionales y/o globales es vital, lo cierto es que en algún momento se perdió el rumbo y se busca que todo se haga entre todos, muchas veces entorpeciendo el proceso.

Walt Disney obtuvo la mayor parte de sus ideas solo y únicamente buscaba colaboradores para lo esencial, siempre cuidando que fueran los mejores de su rango –no sus “compas”- y asegurando sus licencias (para no volver a vivir lo de Oswald).

Cuesta imaginar la “mesa de diálogo”, el “focus group” o cualquier equipo de trabajo previo para Alicia en el País de las Maravillas o Blancanieves. Si cada uno de los que trabajó en esta cinta hubiera dado su punto de vista, o si fuera como en tiempos modernos que todos se victimizan y se ofenden por todo… Quizás esas cintas seguirían en planeación o tendrían pésimos resultados.


Disney, al menos en el inicio de sus proyectos, prefería trabajar solo, simplemente era el tipo de persona que sabía lo que quería, con suficiente determinación para hacerlo y para quitarse de encima a los indecisos que lo rodeaban.

Cuando nos dicen que aprendamos a trabajar en equipo, muchos lo interpretan en los dos extremos que friegan el resultado: preguntar el punto de vista a todos o bien, anteponer el suyo como verdad absoluta de Mesías. No es ni una, ni otra; el buen trabajo en equipo se logra cuando cada uno de sus miembros ha desarrollado empatía, pero en especial, cuando ha probado con éxito sus habilidades de forma individual, no antes.

4.- Aprende a diversificarte


En la década de los 40, en plena guerra, Disney se fascinó con la cultura latinoamericana y creó una película inolvidable: Los Tres Caballeros.

En la trama, el Pato Donald abre sus regalos de cumpleaños y la mayoría de ellos resultan ser de parte de sus amigos latinos, por lo que aprovecha muy bien la ocasión para aprender más sobre la cultura y costumbres de los mismos. El iracundo pero querido pato hace además dos nuevos amigos: el periquito brasileño José Carioca y el gallo mexicano Pancho Pistolas. Mediante canciones y jocosas anécdotas, se logra una semblanza impecable, llena de colores, aprendizaje y nostalgia.



La posmodernidad y las victimas de primer mundo de nuestros tiempos, podrían colocar a esta película como ofensiva y plagada de estereotipos, pero  lo cierto es que en el contexto de la época tuvo una excelente respuesta por parte de todos los involucrados, contó además con la participación de buena gana de actores latinos destacados, tales como: José Oliviera, Joaquín Garay, Aurora Miranda, Carmen Molina, Dora Luz, etc.

En el contexto histórico, en ésa época faltaba mucho por hacer en materia de empatía racial, por lo que a pesar de las críticas quejumbrosas y modernas, esta producción y la predecesora “Saludos amigos”, contribuyeron con el parte-aguas que fomentó la sana convivencia con los latinos en las producciones cinematográficas de Hollywood.

En la actualidad, el legado Disney ha explorado diferentes culturas y razas, dando a sus compañías de forma global, una política incluyente y solidaria.


5.-  “La mejor manera de empezar algo, es dejar de hablar y empezar a hacerlo”


Mi frase favorita, una ley de vida que todos deberían aplicar para ser menos metiches y más felices. Disney logró aprender que cuando se juzga menos a terceros y se más concentra en lo propio, se obtienen resultados increíbles.

Cuando sus hijas le hablaron del personaje de Mary Poppins, él les prometió que haría una película basada en esa increíble niñera.

Walt pudo haber aplazado esa promesa toda la vida, parlotear una y otra vez y dejarlo en un anhelo incumplido; nadie se lo hubiera reprochado – probablemente ni siquiera sus hijas al crecer-,pero optó por hacerlo de verdad, y aunque la creadora de Mary Poppins, Pamela Lyndon Travers, resultó ser una persona difícil para negociar, después de muchos años de visitas a Londres y de invitaciones a Disneyland, finalmente Lyndon Travers accedió para que Julie Andrews personificara a ese personaje en el largometraje musical que todos conocemos.




 A través de este texto, seguro ya cayó en cuenta, querido lector, que Walt  Disney creyó en si mismo, pero sabía que la magia de las hadas en sus películas no llega sola, por l oque n ose quedó en “choritos” motivacionales y realizó múltipeles esfuerzos y sacrificios hasta ser, aún tras su muerte una figura clave en la historia del cine y los negocios.